Volvernos cíclicos

Me encanta llamar a las estaciones, “transformaciones de la naturaleza”, lo cual me recuerda el famoso postulado ciéntifico de “la energía no se crea ni se destruye, se transforma”. Todo es transformación. El ser humano, también tiene esta capacidad de adaptación, regeneración y adaptación.

En la filosofía oriental, cada transformación de la naturaleza o cada estación está asociada con un elemento. Es más, las diferentes mezclas de los cinco elementos son la base de todo lo que existe manifestado, así que los elementos conforman todos los sistemas que conocemos.

Los 5 elementos de la naturaleza principales son tierra, madera, fuego, agua y metal Clasificación que proviene de la filosofía china oriental pero que tiene correspondencia con nuestro cinco elementos: tierra, la madera tiene características similares al aire, fuego, agua y metal que tiene características parecidas al éter.

Así que la relación de las 5 transformaciones con los 5 elementos sería esta:

Así pues la Teoría de las Cinco Transformaciones identifica patrones de expansión/contracción, proliferación y decadencia. Lo mismo ocurre en la vida del ser humano y sus ciclos, similares a los de la Naturaleza, empezando por el Nacimiento, hasta la Muerte, pasando por el Crecimiento, Madurez y Decadencia:

Por medio de la observación cuidadosa y constante, la Medicina Tradicional China afirma que cada una de las cinco transformaciones está relacionada con un color, un sabor, una serie de órganos, una estación, etc
Por ejemplo, el sabor DULCE influye en el ESTÓMAGO, BAZO y PÁNCREAS, los órganos del elemento TIERRA. Por lo que estos órganos son los que regirán el verano tardío, por cierto, una estación/transformación a tener en cuenta en oriente y que en occidente no tenemos incorporada. Esta 5º transformación que corresponde al elemento tierra se identificó como el movimiento que permite el cambio de una fase a la otra. Pero esto ya te lo explicaré detenidamente en otra ocasión.

La expresión desarmónica de este ciclo se expresa de la siguiente manera: exceso de la madre que elimina la capacidad de actuación del hijo (La madera da fuego pero si hay mucha madera el fuego no prende; el agua nutre la madera pero si hay mucha agua la madera se pudre). Ante esta realidad, se incluye un ciclo de control que sirve para evitar que se imponga un elemento sobre otro en el ciclo. El agua de un río tiene poder por el cauce que la canaliza (tierra), este cauce le ofrece límites y le da dirección. Si el caudal aumenta o el cauce cede se produce el desastre.

En la literatura se dice que: La madera rompe la tierra, el fuego derrite el metal, la tierra canaliza el agua, el metal corta la madera y el agua apaga el fuego. Este ciclo está encargado de evitar que el ciclo de generación se descontrole. Puedes verlo aquí representado por las flechas que forman una estrella de cinco puntas.

El ser humano, como parte de la naturaleza, también recrea estos ciclos de muchas y diferentes manera, desde nuestro propio ciclo evolutivo (nacimiento, crecimiento, madurez, decadencia y transformación) hasta los propios procesos biológicos, mentales y emocionales. Todo se transforma siguiendo estas fases y se reequilibra constantemente.

Y al mismo tiempo, como parte del todo, también lo externo influye nuestro propio sistema: no nos sentimos igual en verano que en invierno. Hay personas que se definen a sí mismas como “mas de otoño” o “más de verano”. Personas más de “manta y peli” o de “playa y fiesta”. Está claro que las estaciones influyen en nuestro ánimo y actitud.

Por otro lado, es innegable que nuestro ánimo se refleja en la actitud corporal. Observando a una persona podemos saber si está alegre o deprimida. Nuestro cuerpo adopta una actitud corporal diferente si estamos entre amigos y familia a si estamos en un lugar amenazador.

Por lo que cada actitud interna, tiene un patrón postural asociado.

Las cadenas musculares son la expresión de nuestro cuerpo de dentro hacia fuera, una manera de comunicación. El término cadena sobrepasa exclusivamente la unión entre puntos musculares, siendo una cadena un conjunto de músculos, aponeurosis y articulaciones desde la cabeza a los pies. Además del sistema puramente locomotor, estas cadenas de “solidaridad muscular” abarca toda la estructura humana, formando conjuntos psiconeuromusculares que se hacen y deshacen a partir de la expresión corporal, postura y gestos.

Sin embargo, cuando nuestros pensamientos se vuelven repetitivos y nos acostumbramos a habitar cierto tipo de emociones, estás no solo moldean nuestra actitud hacia la vida sino también nuestra tipología postural.

El cuerpo se ancla en una actitud corporal que nos desalinea de nuestro patrón óptimo provocando un estrés mecánico, que a la larga nos lleva a molestias, patologías, lesiones.

Lo interesante, y donde el yoga tiene muchos puntos a favor, es que no podemos recuperar el equilibrio postural sin traer el foco también a la actitud interna y revisar nuestros patrones de pensamiento y nuestras emociones: qué pensamientos son recurrentes y a cuáles emociones somos adictos.

Cuando se produce un desalineamiento postural y nos anclamos en él, las cadenas musculares siempre intentan compensar y recuperar el equilibrio.

Existen 5 cadenas musculares como vemos arriba: de cierre (azul), apertura (verde), retropulsión (naranja), antepulsión (morada) y respiratoria (roja).

Cada cadena tiene una acción clave para garantizar la integridad tensional del cuerpo conforme a la línea de gravedad.

Y tal y como ocurre con las Cinco Transformaciones, existe un mecanismo de control: la cadena de cierre controla la de apertura, la cadena de apertura controla a retropulsión y la de retropulsión controla a la antepulsión.

¿Encuentras similitudes con las Cinco Transformaciones?

Volver al flujo natural, es recuperar nuestra capacidad de ser versátiles, adaptables, creativos, receptivos, risilentes, flexibles. Es convertirnos en la propia naturaleza y su capacidad regeneradora, transformadora y manifestadora. Es convertirnos en el ser divino y cocreador que somos. Es ir más allá de aquellos límites que nos ponemos a nosotros mismos y nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial.

La manera de recuperar el equilibrio y con él, el equilibrio con el entorno y con el flujo natural y de la vida, tiene diferentes caminos: a través del cuerpo realineando nuestra postura con nuestro patrón óptimo, a través de la alimentación nutriendo y equilibrando los órganos que se asocian a cada estación, a través del trabajo de los elementos con meditaciones y visualizaciones y otras técnicas sutiles, a través del mindset y el soulset. O con un trabajo holístico y consciente que englobe todas estas caras del mismo prisma.

Si quieres explorar un poco más sobre este puedes unirte a mi membresía online “La 5º Transformación”, dónde comparto información, tips y prácticas para entender cada transformación y crear hábitos y cuidados que nos ayuden a sincronizarnos con el ritmo natural.

Si quieres ir más allá, solicítame un asesoría individual.

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